Gracias, José Manuel

Tengo que reconocer que me ha costado mucho volver a sentarme frente al teclado para hablaros en grana. Aún está muy fresca la herida de ese postrero gol del Hércules que alejó al Real Murcia de su sueño. Del sueño de muchos. Durante 88 minutos, aquella tarde de sábado en la que mayo apuraba sus últimas horas, tuvimos en nuestra mano la clasificación. Pero se fue. Y como tantas otras veces, lo hizo de forma cruel. Muchos equipos saben lo que es sufrir un revés en ese periodo en que un partido agoniza. Esos minutos en que tiemblan las piernas de los jugadores y los corazones de los aficionados. Pocos, sin embargo, lo han experimentado en tantas ocasiones y con tal frecuencia. El murcianista es, a día de hoy, un auténtico héroe. Ya no es seguidor de aquel equipo que durante décadas fue gallito, líder de los equipos de segunda línea. Ahora anima a un Club que en lo institucional navega a la deriva, cuyo futuro resulta impredecible, y que, además, nunca parece contar con el factor suerte de su lado.

Este fin de semana pasado tocó ver y escuchar cómo otros equipos seguían luchando por volver al fútbol profesional. Mientras, aquí sólo nos quedaba en pie un Imperial obligado a competir sin objetivo. A los chavales del filial del Real Murcia también se les hundió el sueño. Ese gol del Hércules no frustró un ascenso, sino dos. Con todo y con eso, los chavales siguen compitiendo merced a una normativa incomprensible con la que no deben de estar muy contentos el Badajoz, ya eliminado por nuestros canteranos, o los baleares del Llosetense, que visitarán NC este domingo a las 11:30h.

Con el Real Murcia 14/15 ya fuera de combate, ha llegado el momento de escribir unas palabras que durante toda la temporada evité, y que me hubiera gustado que se hubieran ido al limbo para siempre. Porque hacer balance de la temporada de José Manuel Aira al frente del Real Murcia en caso de haber conseguido el ascenso hubiera sido muy fácil. Al “gallego de Ponferrada” le hubieran llovido los halagos, y cualquier escrito en esa dirección hubiese sido literatura fácil. Subirse a caballo ganador. Sin embargo, dejadme que aun en pleno duelo, os cuente algo sobre el todavía entrenador del Real Murcia.

Viajamos atrás en el tiempo hasta la noche de 3 de diciembre de 2014. Se celebraba la cena de aniversario de la Peña Región del Murcia, a la que estaban invitados José Manuel Aira y Óscar Sánchez en representación del primer equipo del Real Murcia. Tuve la suerte de sentarme al lado del primero, y de compartir un rato de charla sobre fútbol, y mucho más. Ya me habían advertido que me sorprendería de Aira su cercanía. Debo admitir que antes de conocerlo de cerca mi concepto suyo era ya muy bueno. Es en los momentos difíciles donde se mide la grandeza de las personas, y en ese aciago mes de agosto Aira fue un diez.

El murcianista es, a día de hoy, un auténtico héroe

En una situación así la mayoría de entrenadores hubiera optado por marcharse. Por saltar de un barco que estaba condenado a zozobrar. Y de haberse quedado habrían optado por guardar silencio y mirar hacia otro lado, o bien desmarcarse con declaraciones altisonantes sobre el robo, el maltrato, la desvergüenza… Aira no eligió ninguno de esos tres caminos. Tomó el más difícil: quedarse al frente de un equipo cuya plantilla no existía, sin presupuesto para reconstruirse, y lejos de esconderse, él sí dio la cara. Transmitió de forma serena y educada su opinión acerca de todo lo que estaba sucediendo, sin por ello ser menos contundente a la hora de valorar como injusta la situación que tenía que vivir el Real Murcia.

Un rato de charla tranquila con José Manuel Aira sólo puede confirmar que se está ante una excelente persona, y ante alguien que vive el fútbol las 24 horas del día. Antes de los postres, se le leyó un breve discurso de agradecimiento. Una gratitud sincera por haber decidido mantenerse en el timón de la nave grana bajo esa “tormenta perfecta». En un momento determinado de ese discurso, y de forma espontánea, los 30 peñistas allí congregados nos pusimos de pie y ovacionamos a José Manuel. Fue un reconocimiento sincero hacia quien había demostrado compromiso. En un Club cuyo presidente no había ocupado su butaca de NC ni una sola vez en lo que llevábamos de temporada. Un Club cuyo director deportivo se había marchado antes del comienzo del campeonato. En ese Club, Aira había sido la brújula. El que había mantenido el rumbo de la nave, y dado sentido y esperanza a miles de murcianistas. Con ese estruendoso aplauso, Aira se hizo muy pequeñito en su asiento, y los ojos se le llenaron de lágrimas.

Un minuto después, ese tiarrón se puso en pie, cogió el micrófono y recuperando su estampa serena habitual, se quitó mérito, prometió sólo lo que estaba en su mano, trabajo, y dijo sentirse responsabilizado por ver las esperanzas de tanta gente enfocadas en el Real Murcia. Volvía a ser el Aira de las ruedas de prensa. Nosotros ya sabíamos que detrás de ese tono sosegado de Aira, estaba la emoción de José Manuel. Detrás de ese discurso comedido, una ilusión y un coraje desmedidos. Nos sabíamos en buenas manos.

Y ahora, en la derrota, cuando sería más fácil centrarse en buscar en qué pudo acertar nuestro entrenador para haber cambiado nuestro destino, personalmente sólo quiero agradecerle habernos regalado esperanza en la temporada más difícil de nuestra historia. Si tu último partido al frente del Real Murcia ya se ha jugado, desde aquí te deseo la mejor de las suertes en tu carrera. Debes saber que en Murcia y en el corazón del murcianismo siempre tendrás tu lugar. Si, como algunos rumores apuntan estos últimos días, el último capítulo de nuestra historia juntos aún no se ha escrito, estamos a tiempo de hacer que este cuento sí tenga un final feliz. Lo merecemos. Te lo mereces.