Fútbol con Fatatas

Pantalla-Gigante

El otro día estaba escuchando un programa deportivo en la radio, de esos que siempre me ha acompañado en el momento de cerrar el día. Esos en los que pocas veces he escuchado información de mi equipo, que ha vivido siempre alejado de los focos mediáticos que en este país apuntan principalmente a Madrid y Barcelona. Algún contertulio, asiduo en el Camp Nou, comentaba sorprendido que había visto aficionados abandonando el estadio a falta de cinco minutos para la finalización del partido contra el Atleti. Al Barça le bastaba un solo gol para alzarse con el título de Liga, pero algunos debían preferir evitar la cola de la salida, y vivir una hipotética victoria in extremis tranquilamente en el salón de casa, con su aire acondicionado, sentados en su sofá y en su televisor LED Full HD, 3D, sonido 5.1…

Si para los equipos modestos siempre ha sido difícil competir con el tirón de los “grandes”, con una afición al fútbol cada vez más acomodada, la tarea se convierte en una auténtica quimera. Para una inmensa mayoría de amantes a este deporte de nuestra Región, su equipo juega cada domingo en el salón de su casa. Muchos de ellos ni siquiera han podido vivir un partido suyo en directo, más allá de algún bolo veraniego, en una de esas citas típicas de pretemporada. Algunos cambian el audio de su aparato, y ven el partido escuchando en la radio a ese batallón de tertulianos departiendo alegremente sobre lo que se ve, y lo que no, durante el encuentro. Tanto está vinculado el fútbol a las emisiones televisivas que, hoy por hoy, escuchar un partido por la radio es un ejercicio de imaginación aún más portentoso que hace 20 años. Hay que figurarse lo que sucede sobre el césped, porque mientras el mediocentro está haciendo un cambio de juego de 40 metros, los contertulios se dedican a comentar cómo va la renovación de Messi… Deben pensar que quien no tiene una tele delante (o un smartphone, portátil, tablet…) con imágenes del partido es porque no quiere. Y no les falta razón, a juzgar por las audiencias radiofónicas que siguen manteniendo cifras millonarias a pesar de haberse convertido en un complemento a la imagen, y no en su sustitutivo. El fútbol convertido en un rentabilísimo producto mediático. Mucha gente no sabe qué día ni a qué hora juega el equipo de su barrio, pero conoce perfectamente el horario del Manchester City en la FA Cup. Pecados del Siglo XXI. Como el de ese chaval que es incapaz de chutar una pelota con efecto, pero que se hincha a meter “bananas” con Cristiano en el FIFA 14. Nos gusta el fútbol. Más que nunca, posiblemente. Pero lo hemos enlatado de tal forma, que hemos alejado al zagalico de la plaza del pueblo y al espectador de la butaca del estadio. Cruzar el Paseo Rosales -itinerario típico en mi pueblo- una tarde entre semana de hace 20 años suponía ir esquivando grupos de críos jugando «a la pelota», haciendo de los troncos de los naranjos los postes de unas porterías imaginarias. Hoy, incluso las flamantes pistas polideportivas de colegios e institutos, a tan solo un furtivo salto de valla de poder ser pacíficamente invadidas, están desiertas los días de semana. Y desiertas están casi 24000 butacas de ese flamante coliseo que algunos no vemos el momento de visitar cada 15 días. «El Real Murcia no importa a los murcianos», he leído muchas veces. Sin embargo, si en lugar de mirar sólo a la grada, mirásemos a las audiencias televisivas, a lo mejor nos llevábamos una sorpresa. El año pasado hubo un mes en que la retransmisión más vista de la Liga Adelante fue un Alcorcón-Real Murcia. Estoy seguro que ni la humilde afición del equipo alfarero, ni los 8000 fieles granas tuvieron «culpa» de ello…

Así que este curso, con el Real Murcia luchando por su meta soñada de siempre, un equipo solidario, trabajador y comprometido, y unos precios de las localidades de los más asequibles de la última década, la grada de la NC no consigue ir poblándose más. Algo que históricamente sí había sucedido cuando la primavera anunciaba la proximidad del final del campeonato, y el equipo estaba luchando por conseguir un ascenso.

Personalmente sé lo que es vivir la pasión por un equipo desde la distancia. Por eso precisamente sólo puedo sentir una mezcla de perplejidad e incomprensión ante esta situación.  Pienso en esos murcianistas que no encuentran motivos para vivir el partido en NC si pueden verlo por la tele. Luego me vienen a la cabeza los muchos que, olvidando al equipo de su tierra, sólo tienen ojos para un club al que salvo una o dos veces en la vida, nunca van a poder ver en vivo, por más que se hinchen a verlo en directo. Todos mis veintitantos los pasé en Barcelona. No era tarea sencilla seguir al Real Murcia en imágenes, y hasta que Internet no fue creciendo, ni siquiera en sonidos. Los últimos años recuerdo esas tardes de domingos de primavera, recorriendo Vía Laietana de vuelta de la Barceloneta, con el audio de Real Murcia Radio en los altavoces de mi coche gracias a la bendita alianza 3G-Smartphone-Bluetooth. Me sentía tan cerca de casa… La tecnología puede ser algo maravilloso. Consigue acercarnos a aquellos lugares en los que soñamos poder estar. Yo soñaba con estar sentado en mi butaca de NC, con mi bufanda, con mis compañeros de grada. Ahora, mi sueño se ha hecho realidad. Así que lo único que puedo sentir por los murcianos cuya única ilusión futbolística tiene su casa en Concha Espina o en Travessera de les Corts es compasión. Este sábado, merengues y colchoneros podrán ver a su equipo disputar la final de la Champions en pantalla gigante en el Parque de Fofó. Seguro que los vencedores cumplirán la tradición de invadir la Redonda para celebrar el título. Sin embargo, por más que esperen y esperen, no podrán aplaudir a sus ídolos, que se dirigirán a la fuente correspondiente de la capital. La del Dios o la de la Diosa, según que equipo salga victorioso. Así que llegado el momento, esos paisanos volverán a casa, se acomodarán en su sofá favorito, encenderán su televisor LED Full HD, 3D, sonido 5.1. y allí verán la fiesta del campeón desde todos los ángulos. Y muchos inundaréis las redes sociales de juramentos en arameo porque no os gusta que nadie invada vuestra ciudad con pantallas gigantes o fiestas de equipos ajenos. Y yo no entenderé vuestro enfado. Dejadlos que disfruten de su fútbol enlatado.»¡Fútbol con fatatas!» como gritaba el genial Andrés Montes, en esos maratones de balonpié en conserva de La Sexta hace unos años. Ellos nunca tendrán el privilegio de que el equipo de sus sueños juegue al lado de su casa. De poder vivirlo y sentirlo tan cercano. De que pasee el nombre de su ciudad y su región por toda España. De estar alguna vez en la Redonda celebrando, y que aparezca un bus color grana con sus jugadores viniendo a compartir su sentimiento. Dejadlos con su Champions tranquilos. Pobreticos.