Los que ya teníamos uso de razón en los ochenta, aún recordamos el sabor del fútbol de entonces. Cuando era un deporte con menos cámaras, pero con mucha más verdad. Un fútbol en el que no podíamos ver cada jugada desde ocho ángulos de cámara distintos, y sin embargo cada tarde de domingo, en apenas cuatro o cinco horas, nos trasladábamos a todos los rincones de la geográfica futbolística de este país. Lo hacíamos de la mano de la radio, y era nuestra imaginación la que veía el balón entrar por la escuadra. La que contemplaba a nuestro equipo, el mejor Real Murcia de la historia, pasear con orgullo su escudo por los mejores campos de España. Una de las frases que aún recuerdo de esa mágica radio de los ochenta, nos volvió a muchos ayer a la cabeza: “¡Peligro en Las Gaunas!”. El desaparecido Club Deportivo Logroñés consiguió plantarse en primera división coincidiendo con aquella etapa dorada del murcianismo. Los riojanos lograron, además, quedarse casi una década en la máxima categoría. Recordar a aquel Logroñés, es recordar al Tato Abadía y su mítico “la pegué mordida”, tratando de explicar el extraño efecto del balón en uno de sus goles con la elástica rojiblanca. No eran un prodigio técnico, los riojanos, pero como muchos otros equipos del Norte, hacían un verdadero fortín de su estadio. El Real Murcia había ganado allí el año de su ascenso a primera en la temporada 85/86, pero no consiguió hacerlo en sus dos visitas en la máxima categoría, en la 87/88 y 88/89. Y nunca volvimos a jugar contra el C.D. Logroñés. Sus años de luces, fueron los nuestros de sombras. Su caída a la Segunda B, llegó justo cuando la pierna izquierda de Pepe Aguilar nos devolvió a nosotros al fútbol profesional. Así pues no hubo más enfrentamientos entre ambos equipos. Ni volverá a haberlos. El Club Deportivo Logroñés desapareció en agosto de 2009 al no ser inscrito en Regional Preferente por no poder afrontar sus deudas, tras más de un descenso administrativo por idéntica causa. Una historia que nos es dolorosamente familiar.
Así pues, el Real Murcia no jugó ayer con aquel Logroñés. Ni lo hizo en aquel mítico Las Gaunas donde siempre parecía haber peligro. El nuevo estadio Las Gaunas fue diseñado cuando el Logroñés llevaba diez años en la élite, y para su inauguración en 2002, ya encontró a su equipo hundido en la B, y acuciado por las deudas. El antiguo estadio fue demolido, y con él pareció desaparecer el espíritu de los Abadía, Quique Setién, o del mismísimo Jesús Rosagro, murciano y murcianista que vivió allí la edad de oro del C.D. Logroñés en Primera.
Resulta muy importante tener clara la dimensión de un club, y la de su masa social, antes de embarcarse en aventuras que puedan hipotecar su futuro. Algo que olvidaron en Logroño a finales de los noventa, y los Samper, pocos años después, tras nuestro ascenso de la mano de Lucas Alcaraz. De aquellos polvos vienen estos lodos. Los de un Logroñés apócrifo, en un Las Gaunas que ya no asusta, y un Real Murcia luchando por sobrevivir con su flamante coliseo convertido en el Maracaná de Segunda B. Luchando ambos, con más imaginación que otra cosa, por meterse en la lucha del ascenso a la categoría de plata.
Ayer, por segunda vez en la temporada, los de Carlos Pouso volvieron a llevarse el gato al agua frente a los de Aira. Los nuestros volvieron a ser el equipo serio, trabajador, responsable y sobrio que acostumbran a ser. Cuesta hacernos ocasiones. Sólo el “SuperOviedo” ha podido pasarnos por encima. Pero lo cierto es que, cerrada la primera vuelta, somos el único equipo de la zona noble de la categoría que no ha conseguido ganar ni un solo partido con verdadera suficiencia. Tenemos un equipo comprometido, nadie lo duda. Es sorprendente, y digno de alabanza, lo que chavales del Imperial, sin experiencia previa en la categoría, están aportando al equipo. Sin embargo, con esos mimbres, se me antoja una quimera superar un Play-Off, que de alcanzarse, ya sería un auténtico exitazo.
Ayer bastó un zarpazo de Menudo en el último tramo del encuentro, para que los puntos se quedaran en La Rioja. Como bastó un dudoso penalti en la primera vuelta, para que estos volaran de NC con idéntico destino. El Murcia inquietó muy poco al rival, y sin dejar su portería a cero difícilmente suma puntos.
Habrá que seguir esperando la llegada tardía de los Reyes Magos a NC, soñando que nos dejen un delantero, y con él, el peligro que nos falta. Para poder recordar que este Real Murcia es el mismo club que aquel que, lleno de ilusión, visitaba el mítico estadio riojano en los dulces ochenta. Ayer, lamentablemente, ni peligro, ni en Las Gaunas.