El 19 de febrero el Real Murcia se juega su primer ‘match-ball’ del año. Podría ser el último. En el orden del día de la Junta General Extraordinaria de accionistas del club grana, la decisión sobre la continuidad de la sociedad o su liquidación. Dicen los que parecen tener línea directa con Jesús Samper que su intención es votar ‘no’ a la liquidación. No podremos saberlo hasta que llegue el 19 de febrero, porque da la impresión de que la convocatoria de dicha junta, y su orden del día, no son sino una maniobra más en esa interminable partida de póquer del empresario madrileño.
Parece confirmarse su intención de ganar tiempo a la espera de la ‘resolución-milagro’ del Juzgado de lo Mercantil nº7 de Madrid, donde sólo una goleada de escándalo a la LFP de Javier Tebas abriría un horizonte esperanzador. Precisamente allí, en Madrid, una delegación del Murcia se ha reunido hoy mismo con el propio Javier Tebas y con el presidente del Consejo Superior de Deportes, Miguel Cardenal. La delegación murcianista habría estado encabezada por Guillermo Martínez-Abarca, quien, a falta de oficializarse, ya ejerce como vicepresidente del club. Este abogado murciano ya ha defendido los intereses del Real Murcia en diversas causas, y parece haber logrado abrir la puerta de Cardenal gracias a la relación del bilbaíno con José Antonio Cobacho, ex rector de la Universidad de Murcia. No hay que olvidar que el Cardenal pescador fue durante nueve años profesor titular de Derecho en nuestro campus de La Merced, por más que tras la atención prestada al Real Murcia en la crisis de este verano resulte difícil creerlo.
De esa reunión parece que ha trascendido que la LFP aceptaría una modificación del convenio, incluso con quita, siempre que el Real Murcia lograra un acuerdo con Hacienda. Muchos están haciendo una interpretación positiva de esto, queriendo ver una luz de esperanza al fondo del negro túnel en que se encuentra la entidad. Siento no compartir en absoluto ese parecer. Tebas sabe bien que mientras no haya un cambio de dueño en el Murcia, al club le resultará prácticamente imposible alcanzar un acuerdo con Hacienda. Otros clubes parecen tener mucho más fácil negociar con la Agencia Tributaria. Sin embargo, es difícil aceptar garantías de pago de los Samper cuando los incumplimientos han sido reiterados. Máxime estando el equipo en Segunda B, por obra y gracia del mismo que ahora vuelve a poner la pelota en el fisco. Sin acuerdo con Hacienda, el principal acreedor no aceptará renegociar el convenio. Sin renegociar el convenio será imposible que Samper consiga liquidez para cumplir con Hacienda. Fatal círculo vicioso. La maniobra de Tebas puede engañar a algunos, pero yo veo su farol desde aquí.
Así pues, estamos ante un capítulo más de ese duelo al sol. Un enfrentamiento que dura muchos años, pero que se ha recrudecido en los últimos meses. Dos jugadores de póquer que van subiendo la apuesta, dispuesto uno a soltar una suma ingente de dinero de otros, y el otro a empeñar nuestro centenario club. Todo se produce en el grotesco escenario de este país de pandereta. Un país en el que sí uno incumple una norma es castigado, pero si la incumplen veinte hay que revisarla. O peor, si el que la incumple es amigo, se mira hacia otro lado, y listo.
A falta de poco más de cinco meses para que baje el telón de la Liga, si el juez de disciplina de la LFP estuviera haciendo su trabajo, habría al menos media docena de clubs de Primera y Segunda sancionados por no cumplir con Hacienda. Habría además que sumar aquellos equipos que han sido denunciados por sus trabajadores por impago reiterado de sus salarios. Hoy mismo circulaba por las redes sociales un escrito de los empleados del Recreativo de Huelva dando visibilidad a su situación. ¿Creen ustedes de verdad que este mes de julio se van a producir seis o siete descensos de categoría? No tengan ninguna duda: seguro que no. Para entonces el Real Murcia deberá haber superado dos o tres bolas de partido para seguir vivo…
Los murcianistas seguiremos nuestro particular via crucis a la espera de noticias. Sentados alrededor de esa mesa cubierta con un mantel verde, un cenicero lleno y dos grandes copas de coñac. Aguardaremos el desenlace de la partida cruzando los dedos y confiando en que el amo Samper lleve buenas cartas y no vaya, como casi siempre, de farol.