Esta pasada temporada hubo más de un cruce de opiniones entre los periodistas deportivos de nuestra tierra en referencia a qué equipo de fútbol era el primero de la Región. La dictadura de lo políticamente correcto, que en tantos ámbitos de nuestras vidas nos va ganando terreno, permitió a muchos afirmar que era el F.C. Cartagena el que ocupaba ese puesto honorífico. Así sucedió, sin ir más lejos, con nuestra televisión autonómica, que hizo una cobertura mucho más amplia de la temporada del Efesé 2.0., dejando al Real Murcia –en base a su militancia en una categoría inferior- en un segundo plano. Ni siquiera la evidencia de que las mayores audiencias las genera el producto Real Murcia hizo moverse un ápice de su planteamiento al ente televisivo autonómico. Mientras tanto nuestro Real Murcia, ese que pasea desde principios del siglo pasado el nombre de nuestra ciudad, y de nuestra Región, por España, ha tenido que batirse el cobre en Segunda B. Para desgracia de los que han disfrutado pudiendo llenarse la boca con el “Cartagena, el primer equipo de la Región”, y para alivio de los que han tenido que priorizar al Efesé 2.0. en el apartado de deportes por órdenes de sus superiores, el Real Murcia ha vuelto.
El pasado martes se produjo el primer encuentro entre los dos primeros equipos de la Región de Murcia –ahora es esa la calificación que parecen haber adoptado nuestros informadores-, y el grana golpeó primero. Y debo decir que del Artés Carrasco me llevé algo más que una satisfacción por el resultado. Me llevé la enorme alegría de ocupar el lado correcto de la grada. Me explico. Independientemente del pasado reciente, que coloca al Cartagena en la lucha por subir a Primera, y a un Murcia en ley concursal y sufriendo toda clase de plagas, la afición albinegra sigue encontrando en el odio por nuestro club la principal razón de su existencia. El noventa por ciento de los cánticos que escuché salir del fondo sur del estadio lorquino eran de menosprecio e insulto por la ciudad de Murcia y su equipo, y deseos de un nuevo descenso. El resto eran gritos de Efesé, Efesé… supongo que nacidos de la solidaridad con aquel otro equipo que ahora milita en tercera división, y que después de casi 100 años de historia se ha quedado sin afición que lo apoye. Mientras tanto, el único grito que escuché de nuestro lado aludiendo a la dimensión demográfica de una y otra ciudad no encontró más que una decena de voces que lo secundasen. El resto, himno del centenario, Parranda, y gritos de ánimo que ya hubieran agradecido los desquiciados jugadores del Cartagena, que sólo encontraron silencio al sur del terreno de juego luego de encajar el gol de Chando.
Sinceramente siempre me han molestado los movimientos “Anti”. Creo que las personas, los clubs, las ciudades,… deben encontrar su identidad, disfrutar de ella, y huir de querer construirse en contraposición a algo. Personalmente aún recuerdo cómo celebré el ascenso del Cartagena, por la satisfacción de aumentar la representación de la Región en el fútbol profesional, y de vivir unos derbis que acabaron siendo aún más espectaculares de lo que esperaba. Debo decir que el bochornoso espectáculo vivido en el Cartagonova en aquella fatídica última jornada de la temporada 2009/10 me marcó, y que ha cambiado mi manera de mirar a la afición de este nuevo rival. Pero no pienso gastar mis energías en desear el mal ajeno, y sí en animar a mi Real Murcia. Y en Lorca me sentí orgulloso de ver que esa es la dirección hacia la que parece caminar nuestra afición.
Una vez más, quedó patente que el primer equipo de nuestra Región es el Real Murcia. Más allá de la coyuntura de un resultado, de una clasificación, o de la división en que milite. La dimensión del club, el compromiso de su masa social con sus colores y su escudo, está, hoy más que nunca, fuera de toda duda. Porque, como decía la canción, con dinero y sin dinero… sigo siendo el rey.