Ahora mismo debería estar escribiendo estas líneas para comentar los pormenores de nuestro debut liguero en Huelva. Lamentando un inicio aciago, o ilusionado con un comienzo esperanzador. Hablando del rendimiento de las nuevas incorporaciones, y de las necesidades de redondear la plantilla con un delantero que ponga presión a Chando, y otro central de garantías. Pensando ya en el debut liguero en NC ante el Celta. Sin embargo, la huelga de futbolistas me obliga a entonar una cantinela bien diferente, ya que me resulta imposible no explicaros, aunque sea brevemente, cuál es mi punto de vista con respecto al conflicto AFE-LFP. Los problemas de solvencia de los clubes de fútbol no son algo nuevo. Desde que el fútbol es fútbol ha habido equipos que se han empeñado hasta las cejas con tal de contar con buenos jugadores en sus plantillas. Y como en este deporte sólo acaba ganando uno, han sido muchos los clubes que han acabado con el agua al cuello, y con sus trabajadores –que no sólo de futbolistas vive un equipo- sin cobrar puntualmente lo estipulado en sus contratos. Quiero dejar claro, antes de proseguir, que todo trabajador tiene derecho a defender sus legítimos derechos, como lo es el de cobrar puntualmente sus salarios. Además, nunca me podré alinear con la LFP, porque estas tempestades que están recogiendo ahora, vienen de las muchas tormentas que han ido sembrando a lo largo de las dos últimas décadas. Convendría hacer labor de pedagogía con nuestros jóvenes, y explicarles por qué la Liga Adelante tiene la friolera de 22 equipos. Contarles que en el verano de 1995 hubo dos clubes que vulneraron la normativa referente a avales establecida por la Ley del Deporte, y que, como consecuencia, fueron descendidos a 2ªB. Sin embargo, las aficiones de Sevilla y Celta, lideradas por sus directivas, se movieron y presionaron a la Liga, que en una asamblea esperpéntica –jamás olvidaré la votación por aclamación que zanjó la crisis- decidió saltarse la ley, y crear un primera división con 22 equipos, evitando el descenso de andaluces y gallegos, y generando un superávit en el fútbol profesional que aún hoy día arrastramos. Sería conveniente, aclarar que esta benevolencia de nuestra liga no ha sido la norma general, sino que dependiendo de quién estuviera implicado en cada caso, la espada de Damocles ha acabado cayendo, o sólo amenazando sin llegar a dar. Otros clubes, como el Real Murcia, no tuvieron tanta suerte cuando se encontraron en tan difícil coyuntura. Y más de quince años después de tan triste episodio, hoy está más de actualidad que nunca el problema de solvencia de los equipos de fútbol españoles. Hay equipos que, como el Almería, han descendido pagando religiosamente sus nóminas, cuya limitada cuantía les privó de fichajes de relumbrón. Otros, como el Rayo, han subido de categoría montados en una burbuja que no han tenido ningún pudor en explotar, mandando a la calle a varios jugadores sin que de lo prometido haya quedado deuda alguna. Y este año jugarán en una “liga de las estrellas”, que con situaciones como ésta dilapida su prestigio. A instituciones más serias no les ha temblado el pulso. Que pregunten al Mallorca por su plaza europea que se fue al limbo por sus problemas de liquidez-. En este país nuestro, en que nos encanta redactar normas nuevas, nos vendría muy bien, por una vez, cumplir las que ya tengamos. Nunca se hubiera dado lugar al actual desencuentro. Cuando acabe esta huelga, que tarde o temprano acabará, todos habrán perdido. Los clubes, sin duda. Pero también los jugadores. En estos tiempos de crisis las huelgas suelen ser disparos en el pie: el que llega con la pistola acaba siendo el que sale peor parado. Les pasó a los controladores, y tengo la sensación de que les va a pasar a los futbolistas. Posiblemente, muy posiblemente, se va a poner coto a los impagos que vienen sufriendo durante años. Pero también se va a producir una mayor contención y prudencia por parte de los equipos a la hora de ofrecer un sueldo a los profesionales. Si hoy cobraban 400.000€ con mil defectos de forma, para sus próximos contratos cobrarán religiosamente las mensualidades de sus salarios de 100.000 €. Y es me parece que están matando la “liga de los sueldos de oro”.
Ago 24 2011