El valor de las crisis

Positiva era la intuición que tenía en la semana previa al partido de Alicante. Un entrenador – José Miguel Campos, mazarronero para más señas- que tenía en su cabeza y en su corazón al Murcia. Un hombre que dispuso sesión doble de trabajo para un equipo que por nombres no ocupa el lugar en la tabla que le correspondería. Con una semana para poner lógica en el caos, dar el cetro de mando a quien lo quiere, sabe y, sobre todo, puede asumir. En este Real Murcia sólo hay tres candidatos: Movilla, Bruno y Kabous. Veterania, juventud e ímpetu – a veces descontrolado- respectivamente. Campos entendió que la mezcla de las dos primeras virtudes era la combinación por la que apostar. Y no se equivocó. Independientemente de la debilidad del rival -el Alavés nos barrió, y mirad la tabla a ver por dónde anda- el equipo jugó con criterio por primera vez en la temporada. Tuvo el balón cuando fue necesario, y lo movió con velocidad cuando así era preciso. Núñez y Capdevila, más adelante, y más tiempo corriendo con balón que sin él, fueron un par de extremos más que válidos. Alonso y Aquino arriba dejaron patente lo que son: probablemente una delantera que querría cualquier equipo de Segunda. La línea defensiva…flojilla, con excepción de Ochoa, que demostró que un lugar dicha línea es suyo. Un equipo sin alma como el Alicante nos pudo hacer un par de goles fáciles, como mínimo. Por suerte bajo los palos hay portero -importantísimo para el objetivo de la permanencia-, y la suerte, como nuestro legítimo escudo, vuelve a acompañar a nuestra camiseta.

Es necesario que el equipo haga bueno el «break» -recurriendo al argot tenístico- conseguido en Alicante, el próximo sábado en NC. El Albacete, un rival que no hará más que aumentar la expectación y el ambiente alrededor del debut de Campos en casa, debe ser la próxima víctima. Para conseguir seis de seis, y engancharse al tren de la salvación. Para que la ilusión comience a ser una realidad. Lo que está claro es que el camino hacia los resultados es el juego, y la intención con la que se trata de disputar los partidos. Si la actitud es la de Alicante, creo que los tres puntos se quedarán en nuestro casillero.
En esta etapa de crisis que se nos viene encima (mirad si no lo que se lee en AS), llegan momentos para el ingenio. Donde no llegue el dinero, deben llegar la ilusión, la profesionalidad de los jugadores -que llevan atrasos en sus nóminas- y nuestro empuje como afición. Esa es la cara oculta de las crisis. Si miráis la definición que de esta palabra hace la Real Academia, esta dice, en su primera entrada, «Cambio brusco en el curso de una enfermedad, ya sea para mejorarse, ya para agravarse el paciente». Es decir, una crisis es un cambio, no necesariamente para peor. El club ha sufrido un zarandeo increíble en este último mes, pero de los nuevos dirigentes, de los políticos regionales, y por supuesto de los jugadores y los aficionados, depende que la crisis acabe dando como fruto un nuevo Real Murcia mejor -ya pasó en los noventa, y estábamos peor que hoy día- o un club al borde del abismo deportivo y societario. En cualquier caso la primera gran noticia de la crisis es José Miguel Campos. De haber tenido una situación económica boyante, el entrenador ahora no sería él. Algún nombre con más eco mediático ocuparía el banquillo actualmente. Sin conocer la ciudad, al equipo, a los jugadores, a la afición, lo que significa el Real Murcia… todos estos valores que sí que posee Campos, y que hacen de él el hombre idóneo para tirar del carro en el momento actual. ¿Hubiera debutado alguna vez un chaval de 17 años del Madrid C en el Real Madrid multimillonario de Florentino Pérez? Nunca. Fue la crisis la que hizo a Valdano tirar de ingenio, jugarse un órdago, y dar la alternativa a uno de los jugadores españoles que han hecho historia. Ese es el valor de las crisis. Y el Real Murcia tiene la suya servida. Ojalá dentro de unos años miremos atrás, y recordemos este 2008 como el punto de inflexión en nuestra historia… para mejor. No olvidemos que la actual recesión económica afecta a todo el mundo del fútbol, y aunque crisis ha habido muchas, y el Murcia nunca ha sido un club rico, ya son 100 los años que nos contemplan, y aquí seguimos al pie del cañón.
Aprovecho esta primera entrada del año para desearos un feliz 2009, y para pedir, desde esta pequeña ventana al mundo, un deseo en nombre de muchos murcianistas. Que la televisión autonómica de nuestra Región -sí, esa que se llama 7RM, y que pagamos todos los murcianos- nos deje ver cinco minutos del post-partido del primer equipo de Murcia. Que cuando pase 15 meses sin ganar fuera, y lo consiga con el aliento de casi un millar de murcianos en Alicante, no corten con el pitido final para ofrecer un Barça-Mallorca (que si no me equivoco, ya estaba siendo transmitido en La Sexta).