Con Juanjo antes de El Escorpión
Llevaba días buscando el momento propicio para venir a este espacio mío, nuestro, a compartir con vosotros algo más que esas muchas imágenes y sonidos de El Escorpión, en las que sin duda encontráis análisis exhaustivo y opinión murcianista –pero crítica- sobre el devenir del equipo de nuestro corazón. No os voy a hablar hoy, por tanto, de tácticas o alineaciones, ni de hombres -o nombres sin hombres detrás-. Hoy os invito a compartir un viaje en el tiempo, que yo tuve la oportunidad de hacer pocos días atrás, cuando me fue concedido el placer de compartir mesa en Canal 8 Murcia con Juan José Díaz de Guereño Esquivel, Juanjo. Ese murciano que nació en un pueblecico de Guipúzcoa, y que puede alardear de haber sido miembro del mejor Real Murcia de la historia. Un equipo en el que aterriza, procedente del Alavés, en la temporada 85/86, y que ese mismo curso logra el ascenso a Primera División. Categoría en la que militará, de forma consecutiva, durante tres campañas, dejando para el recuerdo encuentros y resultados que aún hoy día son rememorados con emoción. Es el Murcia de Figueroa. El de Guina. El de Manolo, y su chilena al Madrid en La Condomina. Es también el Murcia de Juanjo. Un joven aguerrido que se desenvuelve con contundencia en el centro de la defensa, y que se caracteriza por ser resolutivo y contar con un juego aéreo que es todo un seguro de vida, y a veces un recurso para perforar la meta contraria. Me recuerdo sentado en mi butaca de fondo norte gritando su nombre, junto a toda la grada, en sus míticas incorporaciones al segundo palo en los corners. En sus tres primeras temporadas como pimentonero todo son alegrías para Juanjo, y para el Murcia. Sin embargo, en la temporada 88/89 el equipo no acaba de funcionar, ni con Antal Dunai, ni con Maguregui al frente, y tras un segundo cambio de entrenador, el cuadro dirigido por José Ramón Fuertes pierde la categoría, regresando al que es, a nuestro pesar, nuestro hábitat: la división de plata.
Con el éxodo de muchas de las estrellas del equipo, un Juanjo en su madurez futbolística se convierte en uno de los líderes espirituales del equipo, y en un referente para la grada. Tras una temporada en la zona templada, el Real Murcia en la 90/91, de la mano de Felipe Mesones, lidera la clasificación durante prácticamente todo el campeonato (ver imagen al pie de estas líneas). Y lo hace apoyado en una extraordinaria solidez defensiva, y en la capacidad goleadora de su dupla argentina en la delantera: Dani Aquino y Juan Ramón Comás. Sólo ese destino aciago que parece perseguirnos, y que los más jóvenes conocieron en Montilivi, priva a ese Real Murcia de conseguir el título y el ascenso. Una derrota en Riazor en la última jornada supone que tanto el propio Deportivo de La Coruña como el Albacete le superen in extremis en la tabla. Día de lágrimas. Lágrimas de rabia, de impotencia, de tristeza. El Murcia cae a una promoción donde el Real Zaragoza no le da ninguna opción. Son curiosos los caminos del fútbol. Ese fatídico mes se pone la primera piedra del SuperDepor, del Albacete más exitoso de su historia, y del Zaragoza que poco después sería campeón de España y de la Recopa de Europa. En nuestro caso se abre uno de los periodos más oscuros de la historia del Real Murcia, que sólo una temporada después desciende a Segunda B en los despachos.
Evolución Real Murcia 1990/91
Sin embargo, Juanjo permanecerá ligado a nuestro club hasta colgar las botas, viviendo también los años más oscuros de nuestra historia. Años que culminan con una de esas derrotas tan absurdas y dolorosas, como nuestras. El 21 de mayo de 1995, en Santa Coloma de Gramanet, con una grada llena de murcianos –viajeros y oriundos- y frente a un equipo que no se jugaba nada, el Murcia encaja un gol a menos de diez minutos del final que lo manda, por primera vez, al cuarto escalón del fútbol nacional: la Tercera División. Sólo la maltrecha rodilla de Juanjo lo aparta del equipo de sus amores, viéndose obligado a colgar las botas al concluir esa temporada, en el que a buen seguro es el momento más triste de su carrera deportiva.
Con todas esas maravillosas luces y desgraciadas sombras en su curriculum, no hay duda de que Juanjo es una leyenda viva del Real Murcia. Es el cuarto jugador que más partidos oficiales ha disputado con la elástica grana, tras Pepe Vidaña, Richi y Juanma. Ha vivido los mejores y los peores momentos de la casi centenaria vida del club. Él sabe lo que ha sido La Condomina, y el respeto de los rivales cuando la visitaban. También conoce lo que implica un descenso a los infiernos -y más allá-, y lo duro que es para el club, y para la ciudad, sufrir ese trance. Por eso cuando escuchas hablar a Juanjo del Real Murcia, puedes apreciar que lo hace como de algo propio. De un hijo. De un hermano. De algo que te hace disfrutar con sus alegrías, y sufrir con sus tristezas. Si se pudiera trasplantar un trocito de ese murcianismo incondicional a cada uno de los jugadores de la plantilla actual, cualquier táctica o estrategia cobraría sentido. Porque donde se pone el corazón todo es más sencillo. Porque tenemos un vestuario con 23 pares de piernas, pero muy poquitas almas. Y menos almas granas, como la de Juan José Díaz de Guereño Esquivel. Mi Juanjo. Nuestro Juanjo.
Para que este humilde homenaje a Juanjo fuese completo, Wikipedia ha sido un inesperado aliado. Y es que buscando información sobre él, no salía de mi asombro al no encontrar a este grande del Murcia en la enciclopedia más consultada del mundo. E igual que nos gustaría transportar a la actualidad la gloria de aquel Murcia de leyenda de los 80, era de justicia dar un lugar a ese mito de nuestro club en un punto de visita obligatoria para las nuevas generaciones. Así que me puse inmediatamente manos a la obra, y allí tiene ya su sitio: Juanjo Díaz de Guereño en Wikipedia. Para que los murcianistas que lo deseen completen el artículo, lo corrijan, lo disfruten, y sobre todo, no olviden que somos lo que somos gracias a nuestra historia. Y en ella Juanjo es protagonista principal. ADN grana.
Juanjo en Wikipedia
