Samper dixit

Queridos amigos,

Hoy me encuentro triste tras lo visto ayer en NC. Vosotros sabéis que yo siempre he creído, incluso en los peores momentos, en el peso de nuestro escudo centenario. Sigo creyendo en ello. Sin embargo, con planteamientos como el que mi tantas veces defendido José Miguel Campos hizo en la segunda mitad, nos va a perder el respeto hasta la Balompédica Linense. Ver cómo el equipo cedía el balón mediado dicho periodo,  y comenzaba a especular con el resultado, y culminar con la sustitución de Mario Rosas por Pere Martí, fue la gota que colmo el vaso de mi paciencia. De la mía, y de la de gran parte de los aficionados congregados -hasta casi 11.000 a pesar de los pesares- en nuestro feudo. No cuestiono que Mario Rosas fuera una sombra sobre el terreno de juego. Tampoco quiero hacer sangre de Pere Martí, aunque su aportación fue nula -de hecho el propio Campos prefiere, de inicio, sacar a Mejía de su sitio y no alinearlo-. Es el espíritu del cambio lo que acabó con las mínimas esperanzas de que Chando, al tercer mano a mano, o Natalio, que peleó hasta que lo sustituyeron, dejaran los 3 puntos en casa. A nuestros jugadores el cambio les dejó ver que el entrenador estaba más preocupado por no perder, que por ir arriba. Al rival, que ya estaba siendo superior a los nuestros durante este periodo, lo espoleo, le hizo olvidar cualquier respeto por un club histórico, que jugaba en su estadio y ante su afición. Que el gol cayese en un fallo clamoroso de Elía no deja de ser anecdótico. Las ocasiones se sucedieron, y el propio Elía había salvado nuestro cuello en varias ocasiones -como ya lo ha hecho otras veces esta temporada-. Campos firmó el empate, y como suele pasar en esos casos, voló hasta el punto. Seguramente con un gesto de osadía, habiendo metido tres puntas -ya que, de todas formas, nunca tuvimos mediocampo- los aficionados hubiésemos empujado más, el rival hubiese dudado, y los habríamos acabado embotellando. Aunque fuese por coraje. Pero no fue así, y este equipo sigue siendo, una semana más, el único de todo el fútbol profesional español que no ha conseguido ganar un encuentro. Y es que para ganar, es necesario ir a por ello. No basta con quitarse el corsé sólo cuando se está por debajo. A estas alturas de la película, el partido de ayer era para ir a por la victoria con desesperación. Sin embargo sólo se vió esa determinación en los nuestros cuando se adelantaron los onubenses. Lamentable. Indigno de un club con nuestra solera. Prefiero irme a Segunda B con el orgullo intacto, que vagabundear por segunda defendiendo empates en casa. ¡Por el amor de Dios,  que somos el Real Murcia!

Por suerte parece que quien realmente debe tener claro quiénes somos, y a qué aspiramos, tampoco estuvo ciego en la jornada de ayer. Por una vez, en las palabras de «nuestro dueño» encuentro el reflejo de mis sentimientos ante lo visto, y sufrido. Jesús Samper declaró, finalizado el partido, lo siguiente:

Somos el Real Murcia y debemos jugar, ganar y luego dar espectáculo. Pero si sacamos equipos defensivos esto no funciona… Mario Rosas juega veinte metros más atrás de donde debe hacerlo. Lo estamos inutilizando. Tampoco entiendo que Dani Aquino saliera al campo la semana pasada cuando quedaban cinco minutos.
Mis declaraciones son un aviso a navegantes; es decir para la plantilla, para el entrenador y para la dirección deportiva…. La imagen que estamos dando en Nueva Condomina no se puede repetir. Tenemos que dar espectáculo para que todos disfrutemos. Estoy enfadado porque estamos renunciando a ganar. Quiero un equipo ofensivo, aunque luego perdamos por 2-3. Tenemos plantilla suficiente para que el director de orquesta la organice y esté mucho más arriba. Campos tiene que estar de acuerdo con los planteamientos del club que son los de salir a ganar en todos los partidos y no a empatar.

Mi confianza tiene un límite y no estoy dispuesto a seguir viendo esto.
Samper dixit. Amén.