El Exorcista

josemiguelclemente

Si has llegado aquí a través del Google, y esperas encontrar la sinopsis del gran clásico del terror, o el genial “Tubular Bells” de Mike Oldfield, o a la niña haciendo torsiones imposibles con su cuello, lo siento. En este artículo sólo podrás encontrar información sobre el Real Murcia. ¿Increíble, dices? Te entiendo. Yo mismo hubiera pensado igual hace unas semanas. Pero no después del “espectáculo” que presencie durante los noventa minutos del pasado sábado en Montilivi. En Gerona esperaba echar en falta a Movilla y Capdevilla. Sin embargo, desde antes de saltar al terreno de juego,  ya me di cuenta de que la ausencia más sensible en la expedición grana no era un centrocampista bajito, calvete y pleiteador. Tampoco nuestro interior zurdo maño de aspecto “nicolascagesco” (tranquilo Sr. Calderon, que no lo infiltraremos en el Bernabéu). Quien realmente hubiera sido vital en el autobús era un sacerdote provisto de unos evangelios bien gordos, y litros y litros de agua bendita. Un exorcista, vamos. Porque a la alineación del Murcia sólo le encuentro una explicación: el espíritu maligno de Clemente poseyó a José Miguel Campos. Javier Campos –o José Miguel Clemente, como gustéis- dispuso sobre el terreno de juego un equipo que había perdido antes de calzarse las botas. Un once con un futbolista que no iría ni convocado en el Navalcarnero (“Malinho” Guerreiro), un mediapunta que se echó el DNI por si se lo pedían para entrar al área (Kabous), un atacante que hubiera necesitado unos espacios que el mínimo terreno de juego de Montilivi no ofrecía (Sikora) y un extremo que parece fruto de un parto de gemelos (este Núñez no puede ser el mismo que llegó a jugar en el Real Madrid y el Liverpool). Sumadle a Despotovic calentando banquillo, y ya tenemos todos los ingredientes del inaudito cóctel. Y la cosa acabó como tenía que acabar. El Girona, que hubiera dado por bueno el empate, se creció, se puso por delante, y se dio el lujo de jugar los últimos 20 minutos en inferioridad numérica sin pasar grandes apuros. Todo con 11 tíos que tenían pinta de esperar el final del partido para colgar las botas y enfundarse el mono de trabajo, el delantal de carnicero o el atuendo de “pagès”.
Personalmente sigo teniendo clarísimo que el retorno de Campos, y los 5 triunfos consecutivos no fueron casualidad. Todos hemos visto a los nuestros en Elche o en Alicante, y nos hemos sentido orgullosos de su fútbol. No se ganó, pero se estaba en la senda correcta. Había una idea, y, por encima de todo, había sentido común. Por favor, que alguien pida permiso a los administradores concursales para contratar a un exorcista. Necesitamos al de Mazarrón para conseguir los puntos que nos faltan para mantener la categoría, y que después de la última derrota, me empiezan a parecer muchos.

P.D. Aún me dura la rabia con ciertos personajillos vestidos de grana. Tanto como para morderme la lengua, y darme unos días más de reflexión. Porque si no al “novillo” Aquino le corto las dos orejas y… Dejémoslo ahí.